
Ya me advirtieron que mi viaje a India me marcaría para siempre, pero la verdad es que Elisa Alday, dueña y fundadora de la Agencia de viajes Geográfica XXI y encargada de diseñar personalmente mi experiencia por India del Sur, se quedó corta.
Éste ha sido uno de los viajes más especiales que he hecho en toda mi vida y aunque l@s que me seguís en Redes Sociales ya os pudisteis hacer una ligera idea de las cosas que viví, ahora voy a compartir con vosotros esta fantástica aventura más en detalle, a modo de diario. Serán 10 capítulos donde os contaré sobre cada uno de los sitios en los que estuve, además de compartir con vosotros algunas curiosidades tanto de moda como gastronómicas. Ya lo comenté en su momento en los distintos perfiles sociales que manejo (Twitter, Facebook, Instagram y Pinterest) pero os lo vuelvo a recalcar, este viaje no tenía fines solidarios. La idea era disfrutar a tope de una apasionante cultura y país como es India, en el que no sólo existen personas que lo pasan mal porque no tienen para comer (como pasa en otro muchos lugares del mundo!!) sino también hay muchas personas felices que te regalan sonrisas sin parar y que se desviven por enseñarte hasta el último detalle de su preciosa y colorida tierra.
Dicho esto, antes de empezar el primer capítulo, os recomiendo que pongáis de fondo este temazo “Shanti, Shanti, Shanti” de la cantante india Sheila Chandra, para que así os podáis ir metiendo en ambiente…
Belén de Rivera, directora de producto de la agencia Geográfica XXI fue mi fabulosa compañera de viaje. Ya sabéis que una experiencia de este tipo puede resultar fascinante o terrible según con quien la compartas y yo tuve la enorme suerte de vivirlo con una persona estupenda.
Un domingo tranquilo, hacia las 2 de la tarde pusimos rumbo desde Madrid a Dubai en una de las mejores aerolíneas en las que he viajado en toda mi vida, Emirates. Un detalle: el hecho de tener suficientes puntos de carga para los tres móviles que siempre suelo llevar encima, me hizo feliz!!Cuando vas de viaje y más para las que nos dedicamos a comunicar sobre ello, los puntos de carga, los adaptadores y el wifi, entre otras cosas, lo consideramos oro!!
El aeropuerto de Dubai, aún siendo las 3 de la mañana, no descansa. Un continuo ir y venir de viajeros con aspectos variopintos y árabes con sus túnicas impolutas oliendo a rosa, son algunas de las imágenes que nos regala este lujoso punto de encuentro donde el desorbitado consumismo se deja patente en cada rincón.
Era la hora de coger el próximo avión que nos llevaría, por fin, a nuestro esperado destino, India del Sur. Fue la ciudad Bangalore la primera parada desde la que comenzamos toda nuestra aventura.
Nos alojamos en un fantástico hotel, el TAJ WEST END que estaba envuelto en una especie manto creado por frondosa vegetación que te hacía sentir como si estuvieras en medio de la selva. Nos hicieron un precioso recibimiento al estilo hindú, donde te colman de jazmines perfumados, y uniendo las palmas de las manos y con una mirada cariñosa cargada de respeto, te pronuncian la palabra más famosa de este país “Namasté”, que significa “Te saludo” o “Te reverencio”. El contacto con la naturaleza y los remedios indios especiales que me prepararon en este lugar, hicieron que el gripazo que me llevé a cuestas desde España, fuera mejorando. Menos mal!!
La cadena de hoteles TAJ es muy top. La característica que los diferencia del resto es que muchos de sus hoteles están ubicados en espectaculares casas o palacios antiguos que ayudan a teletransportarte a otra época. Es como si vivieras una película. En este caso concreto, se trata de un edificio colonial de 1887. En próximos capítulos veréis otro de sus fascinantes hoteles. Un detalle que me encantó vivir aquí fue el súper desayuno que nos prepararon y que tomamos debajo del famoso “Rain Tree” o “Árbol de la lluvia”.
Siendo sincera, Bangalore (provincia Karnataka) no es una ciudad que me llamara mucho la atención. Eso sí, me preparó de alguna manera para lo que vendría después. Ese despertar en las ciudades indias con los “tucs tucs” de los rickshaws (mototaxis) se convertiría en algo muy habitual. Aprovechamos para hacer nuestra primeras compras. Sin duda, Anokhi, fue nuestra tienda preferida. Ropa y complementos creados con preciosas telas indias y además con fantásticos precios!!
Llegó le momento de poner rumbo a Mysore (provincia Karnataka), otra de las ciudades que teníamos previsto conocer en detalle según el programa que nos había elaborado con tanto cariño Elisa Alday.
En el camino, yo no podía evitar decirle a nuestro adorable chófer local, Mohammed, que parara cada segundo para que pudiera hacer fotos. Es que todo me parecía atractivo y no podía evitarlo!!Creo que Mohammed acabó de mí hasta el gorro y cuando veía que me quedaba dormida en algún momento del viaje, respiraba tranquilo!!Jejeje!!Menos mal que Belén tenía paciencia a rebosar!!
Una de las paradas que hicimos antes de llegar a Mysore, fue en Sravanabelagola para visitar uno de los templos Jainistas más antiguos e importantes que hay en India y donde se encuentra una imponente estatua de Lord Bahubali de 17 metros de altura. India es uno de los lugares más espirituales del planeta. Es allí donde se originaron 4 de las religiones más importantes del mundo, el hinduísmo (82% de la población lo practican), el budismo (1%), el jainismo (0,5%) y el sijismo (2%), mientras que otras religiones como el cristianismo (2,5%), zoroastrismo, judaísmo e islam (13%) llegaron durante el I milenio.
Allí fue el primer momento donde pudimos admirar de cerca la magia de las mujeres indias y sus preciosos y coloridos saris. Para llegar al templo, hay que afinar las piernas porque para subir cientos de escalones sin parar y teniendo el calor cmi compañero, hay que estar preparada. Por cierto, imprescindible para estos lugares sagrados llevar siempre calcetines en el bolso porque aquí los zapatos hay que dejarlos aparcados!!
Y después de un trayecto de unas tres horas en coche y ya caído el sol, llegamos a Mysore. Lo primero que pudimos ver de esta preciosa ciudad fue su catedral y de ahí fuimos directas a alojarnos en nuestro hotel, el Hotel Royal Orquide Metropole, de estilo colonial y con mucho encanto, donde antiguamente se alojaban los invitados ingleses del Maharaja de Mysore, allá por 1920. Aunque durante todo el viaje fui bastante precavida con abusar de comida india demasiado picante, allí fue donde disfrutamos de la primera cena con platos típicos del país, como pollo al curry y Dahl Makhani (lentejas al estilo indio que están buenísimas) siempre acompañados de Naan, un exquisito pan indio que se tuesta en las paredes de una especie de horno redondo.
Seguiré contando más sobre Mysore en el próximo capítulo: “Descubriendo Mysore”.
¡¡No os lo perdáis!!!
Experiencia vivida con Geográfica XXI
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